para dejar de pecar,
a callar aprenderé
y así te cultivaré.
En tu ambiente de ondas sonoras
vuelan mariposas blancas,
para tí escribo melodías
que fluyen de mis lágrimas.
Lejos de la idolatría y la frivolidad
siembro amor con delicadeza,
y lejos de la maldad
revoloteo con mis alas, la verdad.
Cruzando el laberinto del desorden
encuentro la auténtica bondad,
llevo en el alma la fuerza
que me da mi libertad.
Silencio que hablas
cuando las palabras callan,
ve y susurra en su oído,
que solo imploro su perdón.
Dile en silencio que me inspira,
que es el manantial de mi creación,
que no es la seducción la que atrae,
es su expresión de paz y perfección.
Silencio aléjame de mis angustias y miedos,
dame la serenidad en mi mente agitada,
devuélveme mi alegría para saborear
la miel de las flores y el viento en mi rostro.
En mi llanto secreto se esconde mi amor
penetra, limpia y apacigua mi alma,
extirpa las raíces de mi sufrimiento
y déjame recuperar mi fuerza interior.
Y un día… de este silencio, mi palabra emergerá
germinaré serena de las sombras,
y mi cuerpo de nuevo vibrará
y este amor eterno, otra vez te alcanzará.
© Esther Coïa